Mis propios 10 mandamientos v2

II. NO COMERAS CHICLE

Aunque puede ser considerado una derivada del mandamiento numero I, no lo es, ya que el efecto de la maldita goma de mascar es más profundo que la simple asquerosidad de sonido que emite. Es un todo. Me molesta profundamente su textura, olor, sabor y concepto.

Odio los chicles pegados en asientos o debajo de las mesas, odio a las personas que no logran mantener el chicle para ellos y deben exhibirlo a través de globos o, lo peor de todo, enrollandolo en el dedo mientras lo estiran con la boca. Incluso hay quienes se atiborran la boca de esta maldita sustancia hasta llegar a salibar como perros con rabia.

Quizás el chicle no es el culpable, sino quienes lo mastican: hay personas que se las arreglan para hacerlo aun más intolerable al masticar con todas sus energías y la incapacidad de cerrar la boca mientras lo hacen. Podria incluso hacer un ranking de las personas más desagradables para estos efectos, pero prefiero mantener sus reputaciones intactas.

No tolero el chicle, me da asco. Es por eso que en la puerta de mi oficina hay un cartel que insta expresamente a abandonar cualquier chicle antes de entrar.