El mundo al revés

¿Se acuerdan de ese juego de niños? ¿ese en el que había que hacer todo de la forma opuesta a la normal? ¿partir hablando por el final? Bueno, caminando por el centro de Santiago me siento así. Es que aquí hacemos todo alrevés, tomamos un concepto que nos parece atractivo y lo ponemos en marcha sin preguntarnos cómo carajo funciona:

Estoy detenido en una luz roja esperando mi turno para atravesar, cuando noto que, junto al cambio de luz, comienza a sonar un pitido como de camión de basura retrocediendo. Reconozco que no me llamó la atención hasta la segunda calle a cruzar, en la que me detuve a pensar cual era el motivo del timbre: claro, para que los ciegos reconozcan el cambio del semaforo.

Bieeen, somos un país preocupados por los no videntes... ¿pero ese pitito no debería sonar cuando NO se puede cruzar? O sea, si para nosotros verde significa "siga", para el ciego silencio significa "para", por lo que tendrá que estar deteniendose de tanto en tanto, hasta que escuche el sonido reconfortante que lo haga seguir.

Quizás estoy equivocado, pero se me hace que un no vidente va a tener que adivinar cuando detenerse y si hay o no calle al frente.