A room with a view

Alcanzan a ver el McDonalds?

Alcanzan a ver el McDonalds?


Aqui va una infidencia que me deja a mi y a mis amigos como unos auténticos nerds. Sí, como los de la película esa en la que se tiraban flatos y se reían como imbéciles. Es probable que este post dure poco tiempo ya que, aun cuando yo tengo la libertad de reirme de mi mismo, mis colegas nerds no me han dado su permiso.
Minutos más tarde se sumó el notebook a la batería de elementos sobre la mesa, el notebook abierto en la página de las reglas del poker. Nada de digno. No solo porque tuvimos que leerlas varias veces, sino porque teníamos que consultarlo para evaluar cada resultado. Nerd. Sí. Pero ojo, se pone más pior.
Durante la Revolución Francesa, era común que a los guillotinados les quedara la cabeza colgando de restos del cuello. El verdugo traía un hacha para pegar el golpe de gracia. Como el moribundo se ponía nervioso, podía llevarse varios hachazos en el cuello y el cráneo antes de morir. Para evitarlo, se les jabonaba el cuello en la guillotina. Cuando a alguien se le perdonaba la vida y lo iban a sacar con el cuello en la guillotina, el tipo se salvaba jabonado. De ahí la frase salvarse jabonado.
    
    
¿Se acuerdan de ese juego de niños? ¿ese en el que había que hacer todo de la forma opuesta a la normal? ¿partir hablando por el final? Bueno, caminando por el centro de Santiago me siento así. Es que aquí hacemos todo alrevés, tomamos un concepto que nos parece atractivo y lo ponemos en marcha sin preguntarnos cómo carajo funciona: